domingo, 17 de abril de 2016

Fic: L'amour vrai attend. Capítulo 6: Cotidiano


Capítulo 6: Cotidiano

Era el cumpleaños de Tom, y Bill fue de sorpresa a visitarlo a su posada, junto con Robbie para ir a los juegos mecánicos. Grande fue su sorpresa cuando Tom permitió que entrara a la posada y se encontró de nuevo con los padres de Tom y sus hermanas.

—Hola. Robbie, ellos son la familia de Tom, ella es su mamá, ellas son sus hermanas y él es su papá —presentó Bill. Robbie le dio un beso en la mejilla a cada uno y volvió a su sitio.

—Hola, Bill, un gusto —saludó Jörg, dándole un fuerte apretón de manos, el cual fue correspondido.

—Bill, ya nos conocemos, y si tuvieras la amabilidad de venir al patio conmigo te lo agradecería —dijo Anémona sin más preámbulos.

Bill asintió y Robbie quedó a cargo de Tom, quién ya para ese entonces jugaba con las gemelas, que unieron a Robbie a sus juegos.


—Bueno, Bill, seré directa. Quiero saber cuáles son tus intenciones con mi hijo —dijo Anémona.

Bill sonrió. —Mi intención es casarme con él, y formar una familia.

—Ya le rompiste el corazón una vez, ¿qué me asegura que no lo volverás a hacer? —preguntó con suspicacia, Bill le mostró su dedo, en específico la alianza que tenía ahí.

—Ya nos comprometimos. Tom tiene un anillo igual al mío en su mismo dedo —comentó Bill. Anémona apreció a detalle el anillo, notando que era de plata y muy masculino y bonito al mismo tiempo, un detalle que no cualquiera haría. Bill quería algo serio. Anémona le ofreció una sonrisa.


—Bill, ha sido un gusto conocerte. Solo quiero decirte antes de que vayamos en grupo y no pueda hablar más, que si le rompes el corazón a mi hijo de nuevo, no habrá lugar donde puedas esconderte —amenazó Jörg, Tom se quejó y luego el hombre sonrió—. Es una broma, pero en serio, cuídalo.

Bill lo miró entre asustado y nervioso, pero no dijo nada.

El día transcurrió con tranquilidad, celebraron el cumpleaños de Tom sin más problemas, y con una promesa no dicha, de que lo celebrarían en su privacidad en unos días, ya con propiedad, cuando no hubieran más visitas.


Llegó el fin de semana y decidieron que sería buena idea ir a una piscina junto con Robbie y enseñarle a nadar.

—Entonces, ¿sabes nadar?

—Sí, aprendí en Leipzig, solo básicamente. Es una forma genial de relajarte —comentó Tom, mientras Robbie salía del vestidor con una ropa de baño color lila con patitos en toda su extensión.

Bill tenía unos shorts negros simples, mientras que Tom tenía un bañador verde con rayas rojas. El rubio se acomodó los lentes y tomó de la mano a su hija.

Tom les sonrió y se dirigieron a la piscina para niños, que por suerte ese día no habían muchos, porque Tom quería relajarse pero Robbie aún no sabía nadar, así que lo mejor era que ellos estuviesen sentados en la pequeña piscina.

—Te faltó un poco aquí, amor —dijo Bill, antes de ponerle bloqueador en su nariz a Robbie.

Se sentaron mientras le explicaban a Robbie la posición que tenía que tener y cómo debía mover sus brazos. Los niños miraban la escena un tanto perplejos, no estaban habituados a ver hombres tan adultos en una piscina para niños, mientras que las mamás estaban guiñándole el ojo a Tom por su musculatura y apariencia, a lo que Tom mostró su anillo cuando una se le acercó.

—Estoy comprometido —vocalizó Tom, con una media sonrisa.

La mujer miró la mano de Bill y se fue a otro lado junto a su hijo.

—¿A este paso la piscina para niños quedará desierta? —bromeó Bill.

Tom rió y le tiró agua en su cara. Bill frunció el ceño, y también lo mojó.

Pronto, y con ayuda de sus padres, Robbie estaba nadando como pez en el agua.

La habían pasado genial.

...

—Si ustedes son familia prácticamente. La has visto desde bebé y ahora ella te llama papá —mencionó Bill, acariciando con el dorso de su mano al rostro de Tom.

—Me acuerdo cuando ella vino y tú te la pasabas tomándonos fotos, ¿qué hiciste con esas fotos, por cierto?

—Siguen en mi móvil —dijo Bill sonriente—. No me he deshecho de él por esas fotos precisamente.

—Eres una dulzura —molestó Tom, agarrándole la mejilla como a niño pequeño, Bill bufó.

—Esta dulzura te hará blanquear los ojos y ver las estrellas dentro de unos minutos —fastidió Bill.

—Habría que verlo.

—¿Me estás retando, Trümper?

—Sí, Kaulitz, mátame a polvos.

—Yo no te doy sexo, yo te hago el amor de manera exquisita, que es muy diferente —chanceó Bill.

Tom se relamió los labios, haciendo que un ramalazo de excitación atravesara la columna de Bill, una que se dirigió de frente a su entrepierna, haciendo que abrazara a Tom y lo llenara de besos. Lo amaba, lo amaba tanto que sería capaz de dejar su estabilidad para buscar un futuro junto a él.

Pensó en ello mientras Tom le daba la espalda y comenzaba a montarlo, algo que se les estaba haciendo costumbre, el que Tom tomase las riendas en el sexo, a pesar de ser el menor y todo. Sin embargo, le estaba dando una excelente vista de su trasero siendo penetrado por su miembro, y de su larga cabellera cayendo como cascada sobre sus omóplatos y espalda. Tom se acomodó de tal forma que también podía apreciar su cuello fino y largo, con las venas notorias por la excitación y los lunares ahí, mirándole, pidiendo ser besados.

Rozó con sus escasas uñas la espalda de Tom, rasguñándole al sentir la presión de sus entrañas alrededor de su sexo.

Vio la majestuosidad de la extensión de su piel desnuda, sus caderas estrechas, sus músculos bien formados, sus brazos delgados y fibrosos.

Observó embebido el perfil de Tom, cómo se mordía el labio inferior para no emitir sonido alguno, pero igual se le escapaban algunos gruñidos mientras daba botes sobre Bill, o cuando jugaba con sus caderas, ondulándolas para más presión.

Amaba todo de Tom, desde sus largos pies, al igual que los suyos, hasta las puntas de su cabello liso, quizá era así por el tinte porque recordaba a un Tom mucho más joven con ondas en su cabello, pero poco le importaba, se veía hermoso como fuera y quería grabarse todo su cuerpo, quería inmortalizarlo en una pintura, no obstante, debería estar desnudo, así, con el ceño fruncido concentrado en su miembro que lo aprisionaba con amor.

Se había memorizado sus lunares, los que ya conocía y los que le salieron en estos años, amaba el de su mejilla, el de su cuello, los de sus piernas velludas, el que tenía en el miembro, y en especial los que tenía en el trasero. Sin contar sus favoritos, unos que tenía en la nuca y siempre le molestaba que eran moscas, para darle una palmada ahí cuando Tom estaba con coleta alta. Bill tenía más lunares, en especial en la espalda y Tom sabía de ellos.

Sentía que estaba implosionando por dentro, cómo sus dedos se retorcían por el placer, cómo apretaba sus pies por la sensación, cómo las oleadas de pasión lo atravesaban sin piedad, y cómo lo adoraba joder.

Se vino con un lloriqueo muy poco digno cuando Tom apretó su miembro con sus paredes de su trasero. Pronto Tom se espigó aún con Bill dentro y se vino con fuerza.

Se salió de encima de Bill, y se acomodó a su lado en la cama, con dificultad porque le temblaban las piernas. Soltó un suspiro sonoro y se rió contra el cuello de Bill.

—Solo tú puedes reírte luego de haberme hecho el amor y luego turnarnos, ¿verdad? —molestó Bill.

—Sí —dijo Tom, mostrándole la lengua.

—Te amo, Tom —bramó Bill, con los ojos brillosos y sonriendo. Tom sintió un calor alojarse en su pecho y lo besó.

—Yo más, Bill.


Día con día se hacían promesas a corto plazo, para evitar lastimarse, pero iban notando, que por más que quisieran, sería difícil que se separaran.

Iban a los parques los fines de semana, con Pumba y Bambi, Robbie le tomaba foto a todo lo “bonito” que se le cruzaba en el camino, y básicamente eran como una familia, aunque aún no pudiesen convivir porque la posada de Tom estaba ahí. Sin embargo, ya iban organizando cómo vivirían en Leipzig al regresar, que no vivirían juntos hasta que Tom culminase su carrera, de ahí sí estarían juntos, con una casa propia y grande, donde podrían construir una casita del árbol completa, y ahí podrían pasar bonitas tardes los tres.

Querían también tener un auto, para poder movilizarse mejor, aún no se decidían en qué modelo elegir, pero Robbie mencionaba que tendría que ser uno espacioso para llevar a Bambi y Pumba, sin contar su hermanito o hermanita que tendrían más adelante, y ellos la secundaban.


Tom estaba nervioso, se había descuidado un tanto de sus estudios no por quererlo, sino porque se la pasaba más en casa de Bill que en su posada. Sin contar las clases que había perdido por darse encerronas con el profesor de arte en su oficina.

Así que sinceramente no sabía qué esperar de las notas que le darían, para decirle si se quedaba en Francia, o si se iba a Alemania.

Le dieron los resultados y sonrió, se iba a quedar en Francia hasta terminar su carrera.


—Bill, te tengo una noticia que no sé cómo te tomarás —empezó Tom, mordiéndose el labio inferior y con una felicidad incontenible. Bill dejó a un lado los papeles que estaba evaluando y lo miró con fijeza, con la intención de adivinar.

—Pues la única forma de averiguarlo es diciéndomelo —comentó Bill.

—Ya me quedé sin posada.

—¿Y eso te tiene tan feliz? Mira, si quieres puedes quedarte aquí, yo no me hago problemas, a las finales eres mi prometido. Pero, ¿cómo así se ha dado? ¿Has tenido problemas con la dueña de la casa? —cuestionó Bill preocupado. Tom negó.

—Para nada, solo que he aprobado con altas notas y el intercambio se ha alargado hasta que culmine mi carrera. Y eso significa que ya no cuento con posada —explicó Tom sonriente.

—Mi amor… estoy muy orgulloso de ti —dijo Bill, con la voz llena de emoción.

Se abrazaron y besaron con dulzura. Robbie llegó de mano de Raziel y se unió al abrazo, luego la cargaron y le dieron un beso en cada mejilla. Eran una familia ahora.


Anémona se estaba limpiando las lágrimas, su hijo le acababa de decir que había sido uno de los pocos que había conseguido que no solo había ido al intercambio, sino que se quedaría hasta terminar su carrera en Francia, estaba que no cabía en su orgullo de madre, sin embargo, le daba tristeza porque lo extrañaría.

—Ay, Tomi. ¿Y dónde te quedarás mientras tanto? ¿Quieres que le hagamos un aumento al depósito mensual que te damos o seguirás en la posada? —preguntó Anémona, mientras se limpiaba con un pañuelo.

—No, me quedaré donde Bill, de hecho estoy ahí ahora. Ya la posada no me cubre el resto de tiempo en Francia —explicó Tom. Anémona abrió los ojos en toda su extensión y boqueó.

—¡¿Qué?! ¿Viviendo con Bill?

—Eh, sí, mamá, mira el lado positivo, ahorraremos mucho en lo que es la estadía y comida, aunque ayudaré con los otros gastos, luz, agua, gas… —intentó convencerla, aunque ella no estuviese de acuerdo, él seguiría con Bill.

—Pero, Tom, ¿convivir? ¿Dormirás en su mismo cuarto?

—Sí —se sinceró Tom.

—Tom, aún no están casados…

—Mamá, por favor, no empieces. Estamos comprometidos y nos casaremos, él habló contigo y con papá. Así que no te pongas así de escandalizada —pidió Tom mientras se sujetaba el puente de su nariz.

—Bueno, es verdad, pero cuídense mucho. Están conviviendo también con la madre de Bill y con una criatura. —Tom chasqueó la lengua pero luego rió, ella ya había aceptado.

—Está bien, mamá, seremos cuidadosos.

—No pueden dejar que la pequeña los vea… ya sabes.

—Sí, má. Ya estoy grandecito para esas cosas —dijo Tom.

—Sí, Tomi, eres un adulto muy responsable, mi bebé ya es todo un joven —comentó Anémona sonriente.

1 comentario:

  1. Este capítulo me ha hecho muy feliz, ese paso es uno de los mejores en una relación, el poder estar juntos y apoyarse mutuamente viendo por un futuro en común, saludos.

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