domingo, 10 de febrero de 2013

Oneshot: Corazón de algodón.

Ahora que me pongo a pensar, no tengo ni idea de dónde salió esto. Supongo que tiene algo de Toy Story, en algún sentido bizzaro, y algo del cuento del Soldadito de plomo, que no me acuerdo su título original, bueh. Esto es algo trágico y de un amor no correspondido. Pero es una de mis historias favoritas. 



Título: Corazón de algodón.

Autor: kasomicu.

Categoría: Slash (?)

Rated: +16

Género: Tragedia, Romance, Angst.

Advertencia: AU, twincest no relacionado, Muerte de un personaje.

Resumen: Para cada roto hay un descosido, y para cada muerto hay un corazón cosido.

Disclaimer: Las personas reales se pertenecen, lo que hagan, la trama y demás es de mi propiedad. No se busca lucrar con esto, ni ofender a nadie.


«—Entonces ¿qué quieres que haga?
—Quiero que... destroces mi corazón.
—¿Qué dices? ¿Cómo?
—Como quieras.»
Déjame entrar, John Ajvide.
Capítulo único.


Lo sujetaba por su deshilado cuerpo, lo alzaba y le hacía sentir que podría tocar el halo de luz que se encontraba en el techo. Le daba vida, le hacía formar palabras que nunca salían de su boca hecha a base de botones pero que eran escuchadas a través de los labios carnosos y rosáceos del pequeño. Se preguntaba a quién interpretaría en esta ocasión, o si solo se mantendría inmóvil en su estante, viendo embelesado al niño jugar con otros juguetes, o solo hacer los deberes. No le importaba, todo estaría bien mientras estuviese a su lado, ya que se sentía útil de nuevo en manos del infante, un muñeco de trapo destruido como él no encontraría otro hogar, ni otra persona que le quiera como el rubio. ¿Cómo siquiera jugaba con él? Le faltaba relleno, algunos botones se hallaban salidos y sus hilos le colgaban…

—Bill, Bill, deja de mirar al chico, lo asustarás y se deshará de ti, ya sabes cómo se ponen algunos al sentir la mirada fija de un muñeco —aconsejó el peluche de payaso que se hallaba junto a Bill.

—Es que no lo comprendo, Bufón, Tom podría regalarme o botarme a la basura y, ¿por qué no lo hace? A veces siento que no hay niño más hermoso que él, esa bondad que alberga dentro de sí, esa inocencia, no es cruel —sus hilos se tensaron al recordar a su antiguo dueño—. Es… perfecto.

—Ningún niño es perfecto, Bill, no lo ensalces demasiado, si lo tienes por los cielos al decepcionarte se caerá desde muy alto y te romperá ese corazón que tienes cosido al pecho —regañó Bufón. Bill hizo caso omiso a lo oído, siguió admirándole. «Es perfecto y siempre lo será», pensó antes de ser tomado entre las cálidas manos de Tom.


—¡Mamá!

—¿Sí, hijo?

—Es Bill, se le salió un botón, cóseselo, por favor.

El aludido yacía en la mesa donde lo habían dejado. Se alegraba de que su dueño Tom se preocupase, «un botón más, uno menos, lo que vale es que le importo», le había dicho a Bufón cuando le avisó que le faltaba uno. Ahora la madre de Tom se lo zurcía. No habría en el mundo alguien como Tom, lo repetía como mantra, timorato de lo que pudiese pasarle si es no lo hubiese tenido en su vida de muñeco.


Tom iba creciendo, conforme lo hacía iba teniendo diferentes horarios, en los que pasar tiempo con sus amigos primaba en la lista, y jugar con sus juguetes al parecer había perdido el puesto. Bill sentía que el polvo se adhería a sus hilos, de vez en cuando era limpiado en el lavadero, pero la mayoría de veces simplemente se quedaba así. Recordaba cuando lo habían cosido por primera vez, la primera vez que lo habían puesto en una tienda, y cómo eran los días al observar al resto irse porque los compraban. No distaba mucho de su situación actual, la diferencia radicaba en que los juguetes que se iban ahora era para siempre porque los regalaban o botaban, Bufón estaba entre uno de los pocos que se habían ido recientemente. En ese instante una pregunta se le formó en la mente, ¿estaría en su designio el quedar de por vida en un estante? ¿Lo soportaría? No ser usado nunca más por otro niño, Tom ya no lo era más. Añoraba sentir sus cálidas manos, sus mimos, ser usado para ser algún personaje más de su imaginación.

Un punto se le descosió en uno de los botones que le servía como ojo, dejando un hilo sobre su mejilla de tela, Bill lloraba, no con el dolor de los humanos, sino con el de los juguetes, de aquellos que le brindan un nuevo significado al verbo amar, porque son capaces de hacerlo para siempre y su entrega es total e impoluta. Quizá no había sido lo más sensato, tal vez era absurdo, incluso para sus cánones, el sufrir por un humano, el solo hecho de creer que uno pudiese ser eterno y corresponderle por siempre. Bill, dentro de sí, sabía que eso nunca podría darse; sin embargo, dañándose a sí mismo, mantenía esa llama de esperanza en su corazón relleno de algodón.


Tom estaba en la flor de su juventud. Encantar a bellas jovencitas encabezaba su lista de prioridades. Bill observaba en silencio lo que hacía Tom con esas damas en ausencia de su madre, e hilo a hilo iban descosiéndose de sus botones de ojos hasta que se cayeron por completo de su rostro. Sin visión, solo pudiendo oír los gemidos roncos que le provocaban un punzón en su pecho falso. 

De las cuencas tejidas de Bill se salía el algodón al ya no tener botones, cada trozo de nube blancuzca remplazaba sus lágrimas. Tom no se percataba de ello, ya no era el niño preocupado que se desvivía por él. 
No obstante, dentro de Bill permanecía ese sentimiento, el mismo que se había posado sobre su cuerpo cosido a mano la primera vez que Tom lo tomó entre sus brazos.


Solo había silencio, desde hacia muchos días que solo el silencio reinaba en la habitación. Bill no podía ver y se frustraba al no poder oír su voz.

Oyó unos pasos cerca, la puerta se abrió, Bill había aprendido con el tiempo a distinguir los sonidos que emitían los objetos al chocar uno con otro, o por sí solos. Pero no era Tom, también sabía diferenciar su caminar del resto. Sonaba a la madre, se preguntaba qué hacía allí. Agudizó el oído cosido para escuchar algo que pudiera sacarle del estado de incertidumbre; no hizo falta, puesto que la señora, entre sollozos, lo tomó entre sus manos y lo acercó a su mejilla, susurrándole sinsentidos. Bill se angustió, aquello no podría significar algo bueno.

—Siempre fuiste su juguete preferido, siempre. Y mírate cómo estás, te zurciré y te haré ver como antes, como cuando Tom solía jugar contigo, así podrá volver aquí y hacerlo una y otra vez —masculló la mujer. 
Después Bill, todavía confundido, escuchó otros pasos, eran los del padre de Tom.

—Querida, sabes que no deberías estar aquí. Sabes que te lastima, Tom no volverá, Simone —musitó el varón con voz grave. Con un tono que se oía cansino, como si no fuese la primera vez que lo dijese.

—No, no, Jörg. Sé que Tom volverá, él lo hará, yo lo sé —contradijo Simone mientras apretada casi de forma inconsciente el cuerpo de Bill. ¿A dónde habría ido Tom?, se preguntaba Bill. ¿Por qué no volverá?, se cuestionó después, espantándose ante la idea de no volver a oírle, o quizá verle ahora que la madre de Tom decía que lo cosería.

—Simone, Tom está muerto, falleció en un accidente de tránsito. —El tiempo se detuvo para Bill tras aquella afirmación.


Simone zurcía a Bill junto a la chimenea, ya tenía sus ojos-botones en su rostro, ahora le arreglaban los de su traje. Bill sabía que la madre de Tom ahora estaba tranquila, había tomado algunos de esos ‘botones blancos’ de forma rara que le daba el padre de Tom, con eso paraba de llorar y llamar entre gritos a Tom. 

Las manos de Simone eran frías y su textura tampoco era como las de Tom. Bill nunca podría amar a otro dueño, lo sabía, así lo arreglasen y dejasen como nuevo, se sentiría destrozado por dentro para siempre.
El hilo se rompió entre los dedos de la pelirroja y se levantó en búsqueda de otro, puesto que el carrete se había acabado. Bill vio la llama flamear en la chimenea, recordó la esperanza de volver a ver Tom, una que no se extinguía en su corazón cosido al pecho, a pesar de saber que estaba muerto.

Se hallaba en el borde del brazo de la mecedora, donde Simone lo había dejado.


Simone se regañó a sí misma por ser tan desordenada y regresó a la sala con el carrete en mano. Detuvo sus pasos y observó confusa a la mecedora, no encontrando al muñeco. Un olor extraño inundó sus fosas y giró el rostro en dirección a la chimenea, encontrando un corazón relleno de algodón allí; apagó el fuego de inmediato y lo sujetó. Nada más había quedado del muñeco, solo un corazón que sorprendentemente se había salvado de las llamas.

La mujer situó el residuo a un costado de la foto de su difunto hijo, sin saber que cumplía el sueño del muñeco, estar por siempre junto a su dueño.


6 comentarios:

  1. Sin palabras,amo este oneshot,desde que lo leí por primera vez,lloré.
    Juro que fui directo hacia mis muñecos que se encuentran en el estante y los abracé TwT
    lo amo,enserio,siempre me saca las lágrimas,es mi preferido♥

    Saludos y besos.~

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  2. Cada vez que leo este Oneshot me lo imagino con tu voz sexy porque una vez me mandaste una grabación tuya leyéndolo :3 Y también me da pena :'( me recuerda a Toy Story y cómo lloré con esa película, especialmente el final u.u

    Te odio por matar a Tom, eso... chao XD

    Melissa

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    1. Ahhh y no te conté; yo tengo un peluche que es un dragón verde que se llama Gusi, él dormía en las noches conmigo y me protegía de la oscuridad :C hasta que un día soñé con él y me estaba apuntando con un cuchillo desde mi tele... lo desterré y ahora no duerme en mi pieza ni siquiera puede entrar a ella, estoy enojada con él por traicionarme (y ahora recién me doy cuenta que está de nuevo en mi cama, quizás mi mamá lo trajo) u.u pero no sé si perdonarlo o no... aún me da miedo volver a dormir con él :(

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  3. Cada vez que leo este Oneshot me lo imagino con tu voz sexy porque una vez me mandaste una grabación tuya leyéndolo :3 Y también me da pena :'( me recuerda a Toy Story y cómo lloré con esa película, especialmente el final u.u

    Te odio por matar a Tom, eso... chao XD

    Melissa

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  4. Cry! Ya te había escrito mi comentario y se perdió cuando le di "publicar". ¡Scheisse!

    En resumen. Puse que me encantó porque es tierno y algo triste/crudo por el abandono y fallecimiento de Tom. Que me encanta que demuestra que para el amor no existen limites ni fronteras. Forma parte de mi top de shots ^w^
    Ya sabes que admiro tu forma de narrar/escribir.

    Saludos y besos. Espero estés bien. See you! Nos leemos pronto :*

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  5. Decirte que casí se me salen las de cocodrilo es poco. El tema de la muerte, siempre es díficil te digerir y en este caso más porque fue doble.

    Bill, el pobre y fiel muñeco esperando por su niño, esperando por jugar una vez más con él, con sus cuencas vacias y su corazoncito de algodón(sí, yo también lloré con Toy story 3). Hay que atesorar recuerdos y momentos, hay que hacer eso...

    Señorita, Usted es genial, me hace pasar de leer momenos alegres, chuscos, hasta caer en lagrimas. Hermosa historia. La guardaré en mi "biblioteca" de fics.

    Saludos, Adriana.

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