jueves, 11 de mayo de 2023

Oneshot: Once al revés por Kasomicu [Regalo para los lectores de la serie De Once y demás números]

 ¿Y que pasaría si no hubiera sido Tom el niño con una familia conservadora en extremo? ¿Y que si las circunstancias hubieran sido otras? ¿Cómo hubiera sido si el menor hubiera sido Bill y no Tom? ¿Y si ahora el "niño" no es de once años sino de dieciséis, y el "rebelde" no está en secundaria sino en la universidad?


La misma "reja", la misma diferencia de cinco años, los mismos chicos pero en diferentes circunstancias.

(Esta historia no es parte del universo de Once, pero sí toma varias ideas del mismo, de hecho es una fusión de las mismas personalidades con diferente contexto. No hace falta leer nada previo para entenderlo porque tiene sentido por sí solo, sin embargo, esto en sí es un regalo a todos los lectores que aman Once y sus continuaciones)


Capítulo único

Apretó la correa de su mochila y se hizo espacio entre la multitud de escolares para poder salir a la vía pública, repetía "permisos", a diestra y siniestra, más como algo protocolar, antes de empujarlos, para que quedara constancia de que intentó ser educado y respetuoso, algo que era difícil a la salida del colegio, teniendo en cuenta que se quedaban a medio camino a cotillear y reírse sonoramente.

Bill realmente odiaba la escuela. Él no era estúpido, sabía que estudiar era importante, y cumplía siendo puntual, haciendo sus trabajos y respetando a sus maestros, pero en realidad los odiaba a todos y cada uno de ellos.

Su madre lo mantenía a raya, porque si por él fuera mandaría a todos al demonio y golpearía a sus compañeros por ser tan idiotas que lo ninguneaban y discriminaban por sus facciones delicadas, su gusto en prendas oscuras, tener el cabello un poco más largo de lo socialmente aceptado para un hombre, y que él no gustaba de la música actual y prefería música más "vieja" como la tildaban la panda de imbéciles de sus compañeros.

A veces la idea de incendiar su escuela con ellos dentro era tan fuerte, que reptaba por su organismo y tenía que aplacarla rascándose ansioso los brazos o mordiéndose los labios con fuerza.

Suspiró de alivio al por fin atravesar la barrera de humanos idiotas que estaba allí.

Miró al cielo, con el sol cegándose, y viró en otra dirección para recuperar la visión con normalidad.

Sin quererlo, sus ojos con puntos negros por el brillo cegador, se posaron en la universidad que quedaba al frente de su escuela, la diferencia entre ambas infraestructuras era inmensa, pero en realidad eso no fue lo que lo mantuvo viendo con fijeza la pared del recinto, sino fue que contra esta, en una pose muy dominante y masculina, con un cigarrillo acunado entre labios carnosos y demasiado sexis para ser reales, estaba un chico, o mejor dicho, un hombre.

Y Bill no se dio cuenta que estaba conteniendo la respiración, sino hasta que sintió un leve mareo por la falta de oxígeno, intentó respirar pero era como si hubiera olvidado cómo hacerlo, lo que dio como resultado un bochornoso intento de respirar como pez fuera del agua.

Pero es que no podía quitarse la imagen de ese muchacho castaño de media coleta, de barba notoria pero no excesiva, de ojos que se veían penetrantes sin que siquiera lo estuviera viendo, de grandes hombros y manos. Y la forma en que fumaba, cómo sostenía aquel bendito cigarrillo entre sus labios, cómo lo aspiraba, simplemente algo así no debería ser legal.

Y se sintió tan tonto ahí, pasmado con sus películas mentales y sus ganas de ser un cigarrillo, que negó con la cabeza en un ademán de alejar esas ideas que desde un principio eran no apropiadas para un joven varón y decidió apretar la correa e irse en dirección a su casa, sin distracciones, sin chicos guapos y sin que se le notara el bulto en sus pantalones, que no respiraba por la conmoción pero la sangre sí que circulaba en dirección sur.

Se fue tan atolondrado, que no se percató que mientras atravesaba por sus dramas internos, llegó a ser notado por el objeto de su escrutinio.

...

A la mañana siguiente, Bill llegó tarde por no poder conciliar el sueño, al tratar de luchar consigo mismo toda la noche debido al discurrir de sus pensamientos. Toda la maldita noche estuvo cavilando en aquel joven castaño y ahora corría apresurado porque las puertas del colegio iban a cerrarse.

A medio tramo de la meta, no pudo evitar detenerse a admirar un momento la universidad, en cómo lucía tan utópica con la totalidad de espacio que ocupaba el campus, y cómo esos pasamanos que daban la ilusión de ser rejas, la hacían más inalcanzable a su juicio, como si se tratase de un lugar prohibido. Pero no se iba a engañar, en realidad estaba viendo hacia allí para encontrar esa melena castaña y labios arrobadores. No lo encontró, y se dirigió desanimado al colegio.

Pero lo que no sabía Bill, era que sí estaba allí el mismo hombre, solo que traía una gorra, su cabello sujetado en un moño improvisado y unas gafas oscuras para ocultar sus ojeras, y que incluso sonrió de lado al notar al mismo colegial de ayer, que se le quedó mirando fijo demasiado tiempo como para no percatarse y que luego se ganó con el momento de su casi ataque de pánico y cómo huyó con un bulto sospechoso en el pantalón, ahora estaba buscándolo con la necesidad impregnada en el rostro.

...

Pasaron unas semanas, y Bill en ocasiones conseguía poder verlo, sin embargo, en más de una vez, el universitario de ensueño consiguió pillarlo viéndole y Bill intentó lo más que pudo evitar ver a aquel sitio.

A Bill desde niño le inculcaron lo que era propio y lo que no, como que no estaba bien mirar con fijeza a una persona.

Debido a su crianza, Bill con mucha insistencia consiguió que su madre accediera a que él de tinturara el cabello y lo tuviera un tanto más largo, pero no le permitía ni sopesar la idea de tener perforaciones, tatuajes, o maquillarse como Billie Joe Armstrong, porque "eso no es de hombres respetables", e incluso su madre siempre le obligaba a comprarse siquiera dos prendas de colores por cada negra que decidiera comprar, otra cosa es que usara las de colores realmente.

Otro aspecto que le dijo su madre desde niño era que lo "normal" era que una mujer estuviera con un hombre, que todo lo demás era una desviación y aberración.

Y a Bill le gustaban las chicas, claro que sí, eran muy lindas y tenían varios atributos físicos interesantes que un hombre no tenía, pero también estaba un lado oculto en él, ese que al ver ciertos chicos también despertaba su interés, y tragaba saliva o se mordía los labios para reprimir esos pensamientos impropios, porque eso no era normal, aunque no iba a negarlo, por más que ya tenía dieciséis años y sus compañeros tenían novias, nunca había querido tener una relacion seria con una chica, porque si bien tuvo una hace ya un tiempo, y aprendió a besar a intentos inexpertos, había algo que le impedía que avance en el aspecto sentimental, y terminó con ella cuando la empezó a asociar con su madre.

Pero ser gay o bisexual, esas cosas no eran naturales, o eso le dijo su madre. Y él nunca lo refutó porque no conocía más allá de ello y nunca nada despertó el suficiente interés como para conocer, claro, eso era antes del joven universitario.

Ahora tenía esos sueños, los que antes tenía con chicas de su aula o algunos chicos sin rostros, pero en la actualidad, el protagonista era ese castaño, de brazos fornidos y labios irresistibles, y cómo odiaba su imaginación, porque se imaginaba escenas muy claras en lugares que nunca había estado, no obstante, los conocía de memoria por sus sueños.

Se imaginaba al joven besándolo mientras lo apoyaba contra un árbol, en un bosque, con una laguna en la escena, otras veces más atrevidas, lo imaginaba detrás suyo, ambos con ropa, y el joven sacándole el pene del pantalón para masturbarle en un claro de un bosque parecido al del otro sueño. Y una vez soñó que estaban ambos en una cama desnudos tocándose y que por la ventana se veía la torre Eiffel, suponía que parte de la culpa de sus sueños eran todas las películas que veía a escondidas de su madre, usualmente comedias románticas o clásicos del cine que ella denominaba impropias para un menor de edad, porque París siempre era sinónimo de amor en aquellas películas, y los bosques, claros y lagunas también poseían el aire romántico según las mismas.

Pero eso estaba mal, mamá decía que estaba mal y él se lo repetía miles de veces en la cabeza, a ver si ya desterraba la idea por completo. En eso estaba al salir del colegio y superar nuevamente la continúa barrera humana del portón.

Tan ensimismado estaba, que le tomó por sorpresa cuando lo agarraron por detrás y lo arrastraron a un callejón oscuro, tapándole la boca.

Bill empezó forcejar, pero la persona detrás suyo, era más grande y fuerte. Como no podía gritar ni zafarse del agarre, lo primero que se le ocurrió fue morder con fuerza la mano que le tapaba la boca. La persona lo soltó de inmediato, escuchó un "ouch" de una voz grave, y se giró de inmediato para identificar a su agresor, el cual estaba chupándose su dedo herido y con una expresión adolorida pero al mismo tiempo queriendo reír, Bill se quedó a cuadros cuando reconoció al joven universitario, y pese haber pasado un susto, ahora su corazón latía fuerte por otros motivos y la imagen de aquel hombre chupando su dedo, solo para aplacar el dolor de su mordida hacía que otros pensamientos sucios pasaran por su mente.

—Me gusta rudo, pero no así —soltó la primera oración el joven y Bill se sonrojo sin poder evitarlo y desconociendo el por qué, pero miró a otro lado para controlar sus impulsos antinaturales—. Hey, lo siento por asustarte. No soy un secuestrador ni violador, aunque dudo sonar creíble dadas las circunstancias —rió, y Bill sintió que el resonar de aquella risa varonil le pusieron las piernas como gelatina, y ni siquiera lo veía—. Niño, ¿me estás oyendo? Responde, que no muerdo, el que muerde es otro.

—No soy un niño —atinó a decir en voz queda. Estaba todo acalorado y lo único que pudo mencionar fue eso, porque era algo que lo molestaba, no es que quisiera ser un adulto, solo no quería que lo vieran como un crío, en todo caso era adolescente y había una diferencia abismal entre un niño y un adolescente.

—Oh, bueno, pues eres alto y definitivamente no tienes cuerpo de niño —dijo en un tono apreciativo que Bill no alcanzó a percibir—, pero es algo que digo de forma coloquial, porque soy tu mayor.

Bill, ya pudiendo controlar su corazón en su pecho, lo miró nuevamente y se arrepintió de inmediato, porque nunca una media sonrisa había lucido tan atrayente y provocativa en la historia de todas las medias sonrisas, serían los labios del muchacho, su aspecto, la armonía de todo su rostro, el contexto, Bill no lo sabía pero tampoco pensaba coherentemente y debía verse como un mocoso con retraso por mirarle fijo a la boca.

—Hey, chico. ¿Tierra llamando al niño emo, me oyes? —chanceó el castaño, riéndose y agitando una mano frente a Bill—. Te decía que me llamo Tom, estudio Comunicaciones en la universidad de al frente y he notado que me miras mucho.

El rubor que subió a las mejillas de Bill, no era debido al acaloramiento que le provoca los gestos de aquel joven, ni nada que tuviera que ver con efectos secundarios de otras reacciones en partes de su anatomía, el sonrojo era debido a la vergüenza de saberse pillado, de saber el conocimiento de... Tom sobre sus desvíos.

Apretó los párpados con fuerza para no verle y exclamó:—Discúlpeme, joven Tom, aún estoy en formación y lamento haberlo irrespetado de ese modo, el observar con fijeza está mal y que un hombre vea demasiadas veces a otro no es normal, lo siento.

—Oh, pero si no estoy recriminando nada —respondió Tom. Bill abrió los ojos para asegurarse que esa persona estaba hablando o solo se lo imaginó, y lo veía con ojos enternecidos y no entendía a que se debía eso—. Recriminarte aquello estaría por completo alejado de mis propósitos al venir aquí —esto lo soltó con un tono más grave, que Bill no identificó—. Yo vine a hablar contigo, ¿cuál es tu nombre y cuántos años tienes?

—Bill y tengo dieciséis años —respondió algo confundido.

—Está bien, Bill. Y dime, ¿a qué se debe que alguien tan joven piense que  está mal que un hombre vea a otro muchas veces? —cuestionó Tom. Bill frunció el ceño, no por enojo, sino por la pregunta cuya respuesta era evidente.

—Pues porque se presta a... a malos entendidos, ya sabe usted, que piense que uno tiene... desvíos. No crea que yo los tengo, solo es confusión al pasar la adolescencia —se adelantó a explicar.

Tom apretó los labios conteniendo una risa. —¿Con desvíos te refieres a ser gay?

Bill miró al suelo y se mordió el labio inferior, estaba tenso. Esperaba no ganarse problemas y asintió.

—Estás demasiado joven para pensar como una abuela, la mía no, de hecho mi abuela era de mente muy abierta —comentó con una sonrisa nostálgica.

Bill lo miró como si le hubiera salido otro brazo.

—No entiendo.

—Ser gay no es algo malo, no es un desvío, ni nada, solo es una orientación sexual como la heterosexualidad, ya que nosotros si bien somos animales con raciocinio, no tenemos que destinar el placer sexual solo con el fin de preservar la especie, no, de hecho hay sobrepoblación. Nosotros los seres humanos si deseamos tener relaciones sexuales, no es solo para tener hijos, porque a eso lo limitan al decir que "es antinatural", uno tiene relaciones porque tiene ganas, y mientras sea algo consensuado y con alguien que pueda tomar decisiones, todo bien —explicó Tom y Bill pestañeó varias veces, sintiéndose confundido y interesado por  partes iguales.

—Pero los gays tienen relaciones por... usted sabe, atrás —dijo Bill algo cohibido.

Tom se carcajeó y controló su respiración para responder.

—Está bien, sí, y si te refieres al hecho de que "solo es una salida y no entrada", pues te equivocas, ¿sabes quién es Sigmund Freud? —Bill parpadeó de nuevo seguido y Tom le restó importancia con un ademán—, bueno, no importa, pero él es quien elaboró el concepto psicológico de la fase oral o anal en los bebés, que de seguro no tienes ni idea. Pero la fase oral que pasan todos los bebés es cuando se chupan el dedo y aquello les causa una satisfacción a nivel sexual, y no me mires así —acotó al ver su expresión escandalizada—, no se trata de verlo con ojos de perverso, lo sexual es parte de nuestra naturaleza, es algo inherente en uno, porque por algo podemos tener sexo de adultos y disfrutar, con todo eso nacemos, no es que aparece de la nada, de bebés existe el placer sexual pero en un sentido más básico, más primario.

»Porque aún no entendemos y no somos del todo conscientes, y ahí es donde viene la fase oral, la fijación oral con encontrar placer al tener algo dentro de la boca y todo el proceso, y luego la fase anal, que es donde los bebés se centran en el placer de retener y relajar el esfínter anal, es decir el ano, disfrutan hacer sus deposiciones por ello, como aún no entienden que ir al baño solo es eso, ellos disfrutan cada cosa sin prejuicio ni nada, porque el esfínter anal desde el principio de que tiene terminaciones nerviosas, y su canal está hecho para abrirse para expulsar, también incluye tácitamente que puede ser empleado para otros fines, porque con una limpieza, como en todo, y una preparación previa se puede disfrutar muchísimo, porque, ¿sabes qué es la próstata verdad? —Bill asintio, ávido de recibir más información y un tanto maravillado por el despliegue de conocimiento de Tom, que no solo era atractivo sino también muy bien informado y le hablaba cosas que nunca había oído y lo decía de una forma tal que no podía  evitar creerlo por completo, al intercalar con datos científicos y otros tantos aspectos—, ¿y sabes dónde se ubica?

»Bueno, supongo que sí, está a la altura del recto y al tener una relación con penetración anal, de forma indirecta se roza, y déjame decirte, que estaría demasiado jodido que uno tuviera esa forma de tener un delicioso orgasmo de tantas veces que estimulan tu próstata, y que no pudiera hacerlo "porque no es natural", no es un invento, es un hecho anatómico, independientemente de si les guste la idea o no, es como que digan que la nariz no está para oler, es algo innegable le pese a quien le pese.

Bill no sabía qué decir, hablaba con hechos y mencionando distintas cosas que tenían mucho sentido como para  negarlas. Iba notando que su madre estaba mal, que era cierto, no es que solo se tuviera sexo para tener bebés, porque sino cuántos hermanos debería tener y él era hijo único, el sexo era... natural, en sus formas de encontrar placer bajo un acuerdo previo, y no es que estuviese mal que él sintiese aquella atracción hacia Tom, y él no era anormal ni desviado. Se mordisqueó los labios mientras trataba de procesar lo dicho.

—Deja de hacer eso, por favor.

—¿Uhmn? —preguntó Bill, saliendo de sus cavilaciones. Tom tragó saliva y apretó la mandíbula.

—Tu labio, deja de morderlo. Lo estás haciendo desde que te pillé observándome y ahora que estoy más cerca y lo veo demasiado seguido, afecta a mi estabilidad mental.

—¿No entiendo?

—Supongo que no lo haces conscientemente y seguramente tu intención no es provocar pero si solo el ver tus labios en estado normal me afecta, creo que no te haces una idea del efecto que tiene sobre mí el que lo atrapes con tus dientes —farfulló Tom con la voz más grave y los ojos oscurecidos. Bill lo miró interrogante.

—¿Provocar? ¿Provocar qué? —la mente de Bill no se iba a lo sexual, sino lo asoció con provocar de contestar a un adulto, de lucir mal portado o irrespetuoso.

Tom apretó sus puños, buscando controlar sus impulsos de lanzarse sobre Bill, aquel colegial evidentemente era de una familia conservadora y no tendría ni idea de todo lo que estaba haciéndole sentir, y el saber que pese a todo lo que pensaba, estuviera ahí luchando con los demonios de su crianza y viéndole embelesado le hacía muy bien a su ego pero mal a su mente, porque sabía que el muchacho también estaría gustoso de ceder a sus avances.

—Yo... no quería hacer gestos que luzcan irrespetuosos. Lo siento, solo... estaba pensando lo que dijiste y cómo tiene todo el sentido del mundo. Yo... sí, te he estado viendo desde lejos, eres muy... uhmn, ¿guapo? Ehmn, no quiero sonar como niña, pero sí lo eres y bueno, esto ha afectado mis horas de sueño. Oh, eso último olvídalo, no quise decir eso —se corrigió Bill, sonrojándose mucho por lo que se le iba a salir, esperaba no hubiera notado su desliz Tom.

—Lastimosamente no puedo olvidar algo tan interesante, ¿cómo es que he afectado indirectamente tus horas de sueño? —pregunto Tom, casi saboreando la respuesta de Bill y sintiéndose fascinado por cómo, pese a que seguían en el callejón oscuro, lucían sus mejillas al ruborizarse tanto, y el subir y bajar rápido de su pecho por el nerviosismo.

—No, por nada, me distraigo con facilidad —rió de nervios—. Me confundí al hablar, no quise decir eso.

Tom se acercó en su dirección, y Bill sintió que sus pies pesaban como plomo, porque no se movió ni un ápice, y se abrieron sus ojos como platos cuando notó que el universitario estaba a pocos centímetros de su rostro porque se había encorvado un poco, y su aliento olía a caramelos mentolados y redbull, y no fue lo único que olió, también percibió un olor varonil mezclado con crema humectante para cuerpo, de esas que usaba su mamá, pero sorprendentemente no vio a su mamá en Tom como con su ex, no cuando Tom era tan... único, de tan imponente presencia y de esa manera que hacía que solo te enfoques en él y no pensaras en ninguna otra persona en el mundo, es más, hasta perdía la noción tiempo-espacio.

Y Bill no lo notó, o quizá fue demasiado para poder soportarlo, pero fue él quien acortó la distancia entre ambos para entrelazar sus brazos en su cuello y unir sus labios.

No fue algo dulce ni tímido como Tom pensó que sería, porque Bill sabía besar pese a que aún le faltaba más experiencia que te dan los años y diferentes parejas, pero tenía toda la intensidad que ocultaba a simple vista.

Tom no quiso ser descortés, y ya, sin engañarse a sí mismo, le quería besar desde hace rato y lo empotró contra la pared del callejón, ubicando sus manos contra el ladrillo a la altura de los costados de Bill, y pasando los pulgares con suavidad una y otra vez por los lados de aquel talle tan jodidamente atrayente, tan fino, sin musculatura trabajada, pero igual de bello, la piel suave y de solo pensar cómo se sentiría bajo la tela enloquecía.

Sus labios parecían de seda, pero llenos y gruesos que lo hacían dejar de pensar con la cabeza de arriba. Su lengua tan larga y tan juguetona, sus manos inquietas que se aferraban a sus cabellos, el aliento tan delicioso que sabía a caramelos de naranja. El cómo pasaba con necesidad una y otra vez sus labios por su boca, cuando le mordía con saña dándole un dolorcito placentero, y él recorría su boca simulando una penetración con su lengua, provocando sonidos deliciosos de la boca de Bill, el cual se frotaba contra él, con su hombría ya erecta y la suya también, Tom usaba todo su maldito autocontrol para no desnudarlo y hacérselo ahí mismo, porque evidentemente sería su primera vez y merecía algo bonito, un buen recuerdo.

Bill solo quería que el calor se acabara. Quería seguir sintiendo más y más sin ropa de por medio, quería que esas manos grandes no solo le tocasen ahí a sus costados, quería que tocaran toda la extensión de su cuerpo, que esos besos no solo se dieran en su boca y no sabía qué hacer o cómo sería más allá de lo que le explicó, pero sabía que lo necesitaba, con urgencia, con desesperación.

En un arranque de su libido, dejó de agarrar los cabellos de Tom, y se colgó de su cuello para subirse como un mono, atrapándolo entre sus piernas para que su pene atrapado entre sus pantalones se pudiese sentir apretado entre ambos cuerpos, esta acción, obligó a que Tom lo apretara contra su cuerpo, sujetándole por la cintura y Bill gimió en la boca de Tom por el simple hecho de que lo sujetase a palma abierta por la cintura, y Tom no pudo resistir la oportunidad, y bajó sus manos a sus nalgas para apretarlo y sostenerlo de ahí, mientras masajeaba aquel no grande pero respingón trasero.

Tom se supone era el adulto responsable ahí, sin embargo, sus caderas se movían por sí solas, penetrando al aire y con la cabeza latiéndole con fuerza. Siseaba o gruñía cuando Bill se alejaba por aire, y en una de aquellas ocasiones al dejar de besarlo, Bill en lugar de tomar bocanadas de aire, se lanzó directo al cuello de Tom, mordiéndole ahí, con fuerza y luego como si esa carne sensible fueran sus labios, dejando un beso húmedo, chupándole ahí con ahínco, sin saberlo o negándose a admitirlo, marcándolo con un futuro chupetón.

Y Tom volvió a estamparlo contra la pared del callejón, viéndole cómo se arqueaba y no le interesaba lo brusco que había sido el movimiento, solo se espigaba por más contacto, sobando contra el vientre de Tom el bulto grandísimo en sus pantalones de mezclilla, y él no era cruel, así que con mano experta, le soltó el botón y bajó el cierre de sus vaqueros, sacando el miembro del adolescente que latía contra su palma y brillaba por el preseminal.

Maldecía y agradecía al callejón, porque por un lado no le permitía apreciar como se debe al pene de Bill, y tampoco las expresiones que se distorsionaban por el placer mientras lo masturbaba con habilidad, pero por otro lado, así si alguien se daba cuenta no vería mucho de todos modos y la oscuridad les daría unos minutos de ventaja para acomodarse la ropa.

Se relamió los labios, al imaginarse al escolar retorciéndose en un colchón con sábanas blancas, con su cabello negro pegado a su rostro por el sudor y el resto acomodado desordenado en la almohada, mientras él estaría en medio de sus piernas, lamiéndole su miembro y luego pasando su lengua por su entrada, jugando e incitándolo hasta hacerlo enloquecer, para que luego le ruegue por más y él se ponga una porción generosa de lubricante en su miembro, y un condón y profane esa virginal entrada.

La sola idea le hacía poner los ojos en blanco, y que Bill esté ahí pegado cual sanguijuela dejando chupetones en todo su cuello, luego mordió con fuerza en la unión del cuello con el hombro y Tom se corrió, se corrió en sus calzoncillos y pantalón de buzo, se corrió al maturbarle a Bill y sin tocarse a sí mismo, apretándole demasiado en el último bamboleo que Bill también se vino, en su mano, sobre la ropa de ambos, y con un sonoro grito tan erótico a los oídos de Tom, que todo acezado y cansado, igual sonrió por escuchar la capacidad pulmonar de aquel chico.

Bill sabía que tendría demasiado que explicar al llegar a casa todo pegajoso y sucio, pero sinceramente, le importaba una mierda.

Tom decidió que ya no podía ir a la media hora que le quedaba de su clase, pero que valía la pena y muchísimo habérsela perdido.

Ayudó a Bill a bajarse de encima suyo, debido a que sus piernas no le respondían bien.

—¿Y? ¿Sigues pensando que esto es ser desviado? —preguntó Tom, con la cara iluminada.

Bill se veía más relajado, menos tenso, y sentía que se abría un mundo de posibilidades frente a él.

—¿La verdad? No me importaría ser lo que sea con tal de hacer esto contigo muchas veces más, tantas veces que ya no se puedan contar —respondió Bill, sintiendo las ganas de dibujar y pintar como hacía mucho no lo hacía.

Tom sonrió, achinando sus ojos y sintiendo un calorcillo naciente en su pecho, algo que era inusual después de un polvo, pero que no se quejaba de tenerlo, como si hubieran acomodado algo que estaba descolocado en su interior.

—¿Te parece si me acompañas a mi casa para asearnos? Dudo que sea buena idea que llegues tarde y así a tu casa.

—Sí, mejor que sea tarde y limpio. Mejor que sea en la noche y que haya valido tanto la pena que no me importe volver a hacerlo —dijo Bill.

Ahora fue el turno de Tom parpadear sorprendido, pero recuperó la compostura y le sonrió, Bill tomó su mano y lo jaló fuera del callejón.

—Y, ¿dónde queda tu casa? —cuestionó Bill.

Tom se dio cuenta que estaba perdido, y que, al igual que Bill, no le interesaban las consecuencias.



Drabble: Once escena inédita por Kasomicu

 


Los que gustan de la serie De Once y demás números (dentro de ella están Once, sus extras y demás continuaciones) se acordarán de la escena donde Bill creyó que Tom había ido de acusete donde la psicóloga, y la correspondiente mordida con saña que le dejó daño físico y anímico a Tom, bueno pues esta escena se situaría más o menos en esas fechas, antes de que se aclarara la situación. Pero nunca lo llegué a ponerlo debido a que no sabía cómo situarla y se quedó en mis archivos, así que aquí la tienen con ciertas modificaciones ortográficas.


Se acurrucó cuando sintió que no podían salírsele más lágrimas de sus cuencas, y aceptó la leche que su madre le ofrecía.

—¿Por qué no quieres comer, Tom? ¿Prefieres que te cocine algo más? ¿Te duele algo? —preguntó su progenitora tras comprobar que no tuviese calentura—. Me preocupa esa mordida, ten más cuidado al masticar.

—No me fijé, perdón, ma.

Un gruñido de desaprobación se dejó escuchar. —Es que has debido estar muy distraído para hacerte eso, llamaré al doctor, esto podría darte consecuencias más adelante —intentó coger el móvil de Tom.

—¡No! —gritó espantado.

Que su madre sujetase su celular significaría que lo encendería y, al hacerlo, notaría las llamadas de ese "alguien" que le perturbaba en todos lados y que le quitaba horas de sueño.

Anémona frunció el entrecejo.

—¿Me has alzado la voz, Tom? —cuestionó con una mirada desaprobatoria que Tom conocía a la perfección, suspiró y puso su mano sobre la de su madre, en la cual traía el móvil, en un ademán para tranquilizarla y alargar el momento en que lo encendiese.

—No, no, mami, ¿cómo crees que haría eso? Es que casi no me queda crédito, así que me daría vergüenza no poder comunicarme con Andreas o, en caso de emergencia, no poder avisarte.

Su madre se alarmó y soltó el celular.

—Tienes razón, te pondré más crédito, de paso que llamo al doctor. ¿Te quedas aquí tranquilo, ok? Regresaré pronto —dijo Anémona, para luego darle un beso sobre su frente.

Tom asintió y sonrió levemente.

La puerta se cerró y él se tiró sobre su cama de nuevo.

Iría a decírselo a sus padres, no quizá ahora, pero si todo se tornaba peor, tendría que hacerlo. No estaba seguro de poder reconocer en qué momento la situación podría definirse como tal, si es que no lo era ya, al saber que aquella persona conocía su nombre y le llamaba a todas horas.

Se cubrió hasta por encima del rostro y se sintió miserable.

Fic: L'amour vrai attend por Kasomicu. Capítulo 15: Años después [FINAL]

 Capítulo 15: Años después


Tom se miraba al espejo totalmente nervioso, y no tenía la certeza de por qué lo estaba, ya que estaba seguro de su decisión y de que deseaba que suceda lo que estaba por pasar. Ya se había graduado con honores, Bill había encontrado una plaza para trabajar en una universidad de Leipzig y también ser supervisor en una galería de arte, ambos estaban establecidos en Alemania, y ya era el momento de seguir su vida personal, tal y cómo lo habían planeado y allí estaba, a punto de dar el paso más grande en su vida.


Se acomodó la corbata nuevamente y pasó los dedos entre sus cabellos, tragando saliva.

—Por Dios, Tom, ni que te estuvieras arrepintiendo. Ya están juntos varios años, esto innegablemente iba a suceder —dijo Andreas, mirándose las uñas con desinterés.

Tom frunció el ceño. —No es eso. Claro que quiero casarme con Bill. Sólo que igual me da algo de nervios.

—Piensa en lo que sientes por él y se te pasará o eso me dijo Gustav que hizo con Brianne.

Tom cerró los ojos, recordando cada momento con Bill, rememorando sus besos... Sus agarres de mano, la forma en que era tan frágil con él así se demostrase duro con el resto, en cómo lo hacía sentir único, también en cómo lo sacaba de quicio, las veces en que su ausencia dolió demasiado pero cumplió su palabra finalmente, dijo que día con día le diría que lo amaría y eso hizo, convenciéndolo de que no lo dejaría y ahora firmarían una vida juntos con aquel trozo de papel, era Bill... El chico sangrante de la pelota, el chico del helado de vainilla, el de caramelo de naranja, el de sus primeras veces... El dueño de su corazón...

Abrió los ojos y los nervios se habían disipado, miró agradecido a Andreas.

...

Bill se rascaba la quijada por el retraso de Tom, ¿se habría arrepentido? Muchas dudas pasaron por su mente en aquellos diez minutos de retraso, cuando de pronto lo vio salir, con su elegante traje con corbata blanca, su cabello suelto y su rostro impoluto, con los ojos brillantes y una media sonrisa, y Bill sintió mariposas, de las grandes, de las buenas que le querían atravesar el interior, tragó saliva y se dio cuenta de que estaba llorando como un nenaza a su parecer, pero es que nunca pensó en casarse, su vida antes de Tom era algo desolada y miserable, no pensaba que encontraría a alguien que valga la pena, pensaba que la gente era una basura, y su mundo dio un giro por completo cuando lo conoció, volvió a creer en la humanidad, en la bondad, y cuando lo perdió, cuando tuvo que dejarlo ir fue lo más desastroso que hizo en su vida, sabía que lo hacía por su bien, sin embargo, sabía que él mismo cavaba su tumba a la soledad y no ser feliz como hombre nunca más, y ahora el tener una nueva oportunidad con el amor de su vida, de casarse y estar unidos, esta vez sí para siempre hacía que llorase.

Lo amaba con su vida entera y no podía creer que realmente aquel ser hermoso que se acercara fuera, y siempre sería, suyo.

...

—Yo, Bill Kaulitz, prometo amarte cada día, siendo el más insoportable a veces pero también el que con sus estupideces te hará feliz. Prometo cocinar para ti para que no te falte alimento. Prometo cuidarte en la enfermedad y gozarte en la salud. Mi querido Once, siempre seré tuyo y espero tú seas mío. 

—Yo, Tom Trümper, prometo amarte todos los días de esta vida y la que siga, no enojarme tanto por tus babosadas, ayudarte a no ser un desastre, cuidar de ti cuando estés enfermo y estar contigo también en la salud. Mi amor, siempre seré tuyo y espero tú seas mío.

El juez los miró a ambos mientras se ponían los anillos.

—¿Bill Kaulitz aceptas a Tom Trümper como tu esposo para honrarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?

—Y más allá.

—¿Tom Trümper aceptas a Bill Kaulitz como tu esposo para honrarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?

—Acepto.

—Por el poder que me confiere el estado de Leipzig los declaro marido y marido. Pueden besar al cónyuge.

Tom tomó a Bill por las mejillas y lo besó con dulzura, un beso corto pero cargado de amor. Escucharon los vítores de sus familias y los aplausos. 

...

Tenían el poder adquisitivo de poder irse de viaje para su luna de miel, pero decidieron quedarse en casa, pero eso sí, dejar a Robbie con sus abuelos al menos unos días. ¿Y a dónde iban a ir? Bill quería ir al claro, con sándwiches caseros hechos por Bill, el deja vu estaba latente.

—¿Otra vez aquí en la limonada gigante? —bromeó Tom, Bill sonrió. 

—Hacia mucho que no veníamos... Y creo que ya no te acompleja tu cuerpo, ¿o me equivoco? —preguntó Bill, dejando la mochila en el piso y quitándose la ropa, quedándose en ropa de baño, Tom hizo lo propio.

—Aprendí a quererme, aparte que ahora el flacucho eres tú. 

—¡Hey, más respeto señor Kaulitz! —molestó Bill.

—¡Y tú también, señor Trümper! Mira que siendo casado y venir a bañarnos solos los dos no es una buena idea... ¿Qué pensaría su esposo? —bromeó Tom.

—Oh, no se preocupe por ello, señor Kaulitz. Él está tranquilo en casa, no sospecha de lo nuestro.

—Qué bueno, porque no sabría cómo alejarme de usted, señor Trümper —dijo Tom, acercándose peligrosamente hacia Bill, al punto de respirarle la boca y tomarle por la cintura.

Bill cruzó sus brazos por el cuello de Tom, para luego relamerse el labio inferior, dejando su aliento caliente sobre la boca del contrario, sintiendo cómo al contacto de pieles, éstas se escarapelaban. 

Tom acarició la piel de su vientre, recordando cómo Bill lo había acariciado en aquel lugar años atrás, su yema de sus dedos recorría con cada tramo desnudo de su piel, con delicadeza, sus brazos, sus hombros, su cuello, pasó sus pulgares por su cuello, viendo cómo Bill por inercia se giraba un poco para dejar disponible esa zona para ser besada, lamida y mordida... Y posó sus labios allí, succionando la piel, sintiendo el sabor salado, pronto sintió cómo su ahora esposo, sin delicadeza alguna y como él solo, le metía la mano dentro de su ropa de baño para apretujar su trasero.

—Sí que rompes la magia.

—Es un defecto que tengo... Pero sabes qué, creo que te olvidaste de algo.

—¿Qué cosa?

—Que el último en llegar es un huevo podrido —dijo Bill para alejarse corriendo en dirección al lago y Tom rió sonoramente, dándose cuenta que algunas cosas a veces no cambiaban por más tiempo que pasase.

...

Tiempo después en una sala de espera del hospital estaban Tom, Bill y Robbie, todos esperaban con ansías la llegada los pequeños bebés, habían elegido una receptora sana y con rasgos algo parecidos a los de Bill para dar una ilusión de que sea hijo de ambos y Tom estaba muy emocionado, habían seguido minuto a minuto todo el proceso, los chequeos, los latidos de sus corazones, habían ayudado a la receptora con los ejercicios para que nacieran bien y allí estaban ahora a puertas de recibirlos.

—¿A qué hora podremos ver a mis hermanitos?

—Pronto, mi amor —apaciguó Bill a su hija, la cual tenía dos peluches en brazos, los cuales planeaba regalarles a los gemelos cuando nacieran.

—¿Serán iguales a papá Tom?

—No lo sé, bebé. Lo sabremos al verlos.

Tom dio un beso en la frente de Robbie, que aún seguía muy inquieta cuando de pronto vinieron dos enfermeras con dos bultos arropados en mantas azules. Bill y Tom se levantaron y los vieron. Su corazón se sintió apretado en su interior, iba a ser la oportunidad de tener hijos con Bill y criarlos juntos, así como quiso hacer con Robbie en su momento.

Tenían leves pelusillas rubias en sus diminutas cabecitas, y unos ojos almendrados color avellana con una finísima nariz, eran idénticos a Tom.

Bill tomó a uno y Tom hizo lo mismo con el otro, enseñándoselos a Robbie, la cual lloraba de la felicidad.

—¿Y cómo los llamarán, papás? —preguntó Robbie y Tom vio a Bill para luego sonreír.

—Fabian y Victor.

—¿Por qué ese nombre, papá?

—Porque cuando mi mamá estaba embarazada de mí, íbamos a ser dos pero mi hermano no pudo vivir, inicialmente nos íbamos a llamar Fabian y Victor pero luego me puso Tom que significa hermano, en honor a lo que siempre sería.

—Oh entonces yo sería Tomasa.

Los padres rieron por la ocurrencia de la pequeña y luego se besaron.

...

Robbie caminaba tomando de la mano a Victor, que no se cansaba de intentar caminar a pesar de que se caía seguido, mientras que Fabian se entretenía más en sus cubos y repetir sinsentidos.

—¿Quieren que veamos una película?

—Sí, papá por favor —dijo Robbie, ya con una cabellera castaña más larga y ella también más grande, sumamente feliz con sus hermanos.

Tom acomodó unos cojines en el piso y cargó a Fabian para ponerlo allí, Victor caminó en dirección a su gemelo, cayéndose en el intento y terminando el trayecto gateando.

Bill entró a la sala enternecido con la escena de sus tres hijos junto a Tom, los amores de su vida eligiendo alguna película de Disney. Recordaba de algún modo lo importante que era para él ver películas cuando era niño primero con su padre y luego con su mamá, sólo que en esta oportunidad no terminaría en conflictos, su vida era diferente ahora, tenía paz, sentía que de algún modo todo lo que sufrió valió la pena si el precio fue para tener todo lo que tiene ahora.

Se acercó a Tom, le dio un beso corto en los labios y besó las cabezas de sus hijos, para unírseles y ver también Hércules junto a ellos.

...

Era la presentación del libro de Tom, aún recordaba cuando le dijo que escribiera sobre ellos y lo hacía en blogs en internet, pero pulió su trabajo y logró que cautivara una editorial al punto de publicarlo y que se volviera un bestseller, ahora iba a leer un poco sobre el libro en aquella librería.

Lo veía henchido de orgullo, siempre pensó que su esposo era una persona talentosa y maravillosa y así solamente faltaba que el mundo lo viera y en ese momento todos eran testigo de lo capaz que era Tom, ahora, Kaulitz.

Su cabello castaño con rubio en las puntas y su barba frondosa, sonriendo, con su traje y su libro en mano, sólo se le antojaba follárselo ahí sobre esa mesa pero eso lo dejaría para la casa.

—Muchas gracias por la acogida a "El chico de la verja", empezaré leyendo el primer capítulo llamado El chico raro. "Tim era intrépido, y eso era bueno, o al menos creía que sí porque aún no había buscado el significado de ese término con el cual su maestra lo había calificado. Sus amigos le decían que era genial (aunque se les olvidase al día siguiente), y eso le bastaba para ensalzar su autoestima, porque era muy tímido a veces y demasiado inseguro, aunque se hiciese el gracioso de la clase para disimularlo...
(...)
—No soy un crío —soltó entre dientes, el otro rió.

—¿Qué edad tienes, diez años? Para mí eres un crío —repitió con chanza, dando un paso hacia su dirección. Tim retrocedió otro poco.

—Tengo once recién cumplidos, para tu información —mencionó.

El otro rodó los ojos. —Ok, nene-con-once-años-recién-cumplidos. ¿Es esta tu pelota y la quieres de regreso? —interrogó por tercera vez. Tim bufó.

—No, no es mía. Es de un… compañero, estábamos jugando a la pelota y…"

Bill escuchaba atento, recordando cuando años atrás Tom le leía antes de dormir, pero en esta ocasión escuchando su historia, con otros nombres, comprendiendo cómo Tom lo veía en aquel entonces, con miedo al inicio pero curiosidad después... Entendiendo tantas cosas que en su momento no pudo, viendo que fue su primer amor, miró su mano, la alianza en su dedo, recordando que sería también el último.

Su amor había pasado por tanto y tenían aún un largo camino por recorrer pero estaban juntos y eso le bastaba para ser feliz.

FIN

N/A: Han pasado 11 años desde que publiqué Once y se convirtió en una serie a la cual le dediqué mucho amor, y pues, ahora finalizo esta etapa, quizá no con un longfic pero sí culminando todas las ideas que tenían ellos en su mente y en la mía, por fin poniéndolo en palabras, sin hacerlo resumen pero sí con saltos temporales. Sé que muchas personas ya no me leen pero para las que sí gracias, gracias por seguirme desde el inicio.

Fic: L'amour vrai attend por Kasomicu. Capítulo 14: Cabos sueltos.

  Capítulo 14: Cabos sueltos


Tom miraba a su madre, escuchándola con atención, sintiéndose de pronto apabullado por lo dicho... Es decir, por fin entendía la sobreprotección de su madre. Él tuvo un hermano el cual nació muerto y su nombre era el perenne recordatorio de lo que fue ya que Tom significaba "hermano", ahora comprendía más sobre sí mismo, sobre su dificultad muchas veces para relacionarse y la constante sensación de vacío.


—Es parte de mi proceso de sanación ser sincera, hijo, por lo mismo te lo digo.

Tom asintió, y luego fue abrazado por su madre, correspondiéndole al gesto, aún afectado por lo reciente.

...

Simone recibió una llamada para luego sentarse con brusquedad en el mueble, mientras se sujetaba el rostro y empezaba a llorar violentamente, Bill al verla así se acercó y la tomó por el rostro con preocupación retratada en el suyo.

—Bill, tu padre...

—¿Qué?

—Tu padre murió —soltó Simone, para seguir llorando desconsolada y Bill parpadeó confundido, sin procesar lo dicho. 

¿Cómo era posible? Él no sabía nada de su padre, no había intentado comunicarse con él nuevamente desde que viajó a Francia y lo último que recordaba era el constante maltrato y abuso, pero igualmente algo en su interior se sintió romperse.

...

—No vas a creer lo que me dijo mi mamá —comentó Tom.

—No hagamos apuestas sobre lo increíble que pueden decirnos nuestras madres el día de hoy porque saldrías perdiendo —mencionó Bill con el rostro deshecho, Tom se fijó en ello y se sentó a su lado en la cama, con mirada interrogante—. Mi padre ha muerto.

—Bill, yo... Lo lamento, no sé cómo... Es decir sé que no tenían buena relación pero...

—Sí, es jodidamente raro que duela, pero lo hace. Y esto me dio una dosis se realidad, Tom, debemos quedarnos en Francia, aprovecha al máximo tu carrera y luego ya podremos vender la casa y volver a Alemania.

—Está bien, amor. ¿No quieres hablar sobre tu padre?

—No sé qué decir, era un maldito hijo de puta que nunca me quiso pero de algún modo me aferré a la poca atención que recibía de pequeño de su parte cuando no estaba ebrio, donde veíamos todos películas y fingíamos ser felices. Es... Tan estúpido, estoy tan cagado... ¡Él no merece que lo piense! —gritó enfurecido con los ojos aguándose y poniéndose rojos—. ¡No merece que le llore pero aquí estoy como un maldito idiota llorando! ¡Ni siquiera pudo conocer a su nieta, lo peor es que antes ni lo había pensado por temor a que rechazara a mi hija como a mí, sin embargo, pienso en el hubiera!

Tom acortó la distancia entre ambos y lo abrazó, sintiendo cómo Bill se quebraba entre sus brazos y lloraba con más intensidad, después de un rato los gritos pararon y ambos durmieron abrazados.

...

Al día siguiente, Bill decidió no hablar más de su padre y Tom respetó su decisión, pero aprovechó en contarle lo de su hermano y Bill al menos estaba de suficiente buen ánimo para bromear al respeto sobre un trío con dos Tom.

—¿Bill vienes? 

—No, mamá, no quiero ver a mi familia paterna. —Bill era consciente de que su familia paterna lo detestaba porque consideraban que era un error en la vida de Gordon ya que desde su nacimiento él empezó a alcoholizarse y fue aún peor cuando él "se fue sin avisar" a otro país.

—Está bien, hijo. Yo iré al entierro. Miren sólo me esperan para irnos al aeropuerto, no demoraré.

Ambos asintieron y la tarde la pasaron con las gemelas y Robbie, sabían que se extrañarían.

...

Ya había llegado la noche, Simone estaba de vuelta y todos estaban presentes, dispuestos a ir al aeropuerto.

En una camioneta subieron todos y llegaron.

Bill hizo que pusieran a sus mascotas en el avión y luego volvió a despedirse, abrazando con afecto sincero a sus suegros y dando besos sonoros a las mejillas de sus pequeñas cuñadas.

—¡Te extrañaremos, Dobbie! —dijeron las gemelas al unísono, ella les abrazó a ambas, sonriendo y diciendo que ella también.

Tom se despidió de sus hermanas y luego de sus papás, diciéndoles que estén tranquilos porque los visitaría en otra ocasión.

Bill cargó a Robbie y tomó a Tom de la mano, dirigiéndose a la sala de abordaje.

Tenían que seguir adelante, su futuro era prometedor.

Fic: L'amour vrai attend por Kasomicu. Capítulo 13: Calor de hogar

 

Capítulo 13: Calor de hogar


Bill abrazó fuertemente a su hija al regresar de su viaje, ella sonreía gustosa recibiendo atenciones de su papi, Tom recibió muchos afectos de parte de sus hermanas, y luego cargó a Robbie para saludarla como era debido.

 

Ambos compartieron una mirada de complicidad, la propia que nace de una relación que se vuelve estrecha y en la cual puedes llegar a entender lo que el otro piense sin necesidad de vocalizarlo, y luego se vieron con amor, Bill completamente enamorado de Tom en todas sus facetas, incluyendo la de un buen padre para Robbie, y, por otro lado, Tom sentía que todo estaba como debió darse, y que la vida que tenía ahora era simplemente maravillosa.

 

...

 

—¿Cómo es que antes tenía una idea errada sobre ti? —preguntaba Anémona riéndose, mientras estaban en el comedor por un almuerzo familiar—. La verdad es que eres un gran muchacho, y Simone, te felicito por el hijo que tienes. Tom, vida mía, disculpa mi tozudez previa —mencionó mirando a su hijo con una expresión sincera.

 

Las vacaciones habían ayudado bastante a vencer las rencillas en la relación de Bill con su suegra y que Simone se volviera su amiga ayudaba aún más porque le explicaba con detalles todo, e incluso cotilleaban sobre Gordon, ya que ambas habían estado con él.

 

Tom no se quejaba, estaba muy feliz de que su mamá por fin entendiera por completo que Bill era maravilloso si uno le daba la oportunidad.

 

—No te preocupes, mamá.

 

—Siento que estoy en una dimensión paralela pero aprovecho el error de la matrix, y gracias, suegrita por ya no odiarme —dijo Bill, muy extrañado pero sin quitarse la sonrisa del rostro porque se sentía aceptado y, si bien le importaba muy poco la aceptación del resto, Anémona era madre del amor de su vida, y realmente era grato que por fin le dijera algo bueno.

 

Todos rieron, Jorg simplemente negaba con la cabeza con una sonrisa al masticar porque por más que Anémona les diera venia a ambos para casarse, recién admitía sus ideas equivocadas y se disponía a poner de su parte, la amaba pero también la veía con sus errores, y si bien era algo tardío su comprensión, al menos lo hacía.

 

...

 

—De verdad, Tom, pellízcame porque siento que de pronto me voy a despertar en Francia, no viviendo de forma miserable porque tenía ya a Robbie, pero sí sin el amor de mi vida ni una Anémona que no intenta boicotear mi relación —dijo Bill, pestañeando frente a lo que hablaba, sin aún terminar de creérselo, Tom sonrió y negó con la cabeza para luego golpearle con suavidad el rostro, con expresión enternecida.

 

—Pues no, porque si así fuera no estaríamos ahora haciendo la lista de compras para la casa, amor, así que te repito. ¿Un sixpack de leche en tarro estaría bien o mejor dos para que quede para las gemelas? —cuestionó Tom, mientras veía las ofertas de los supermercados en su móvil.

 

—Tienes un talento único para sacarme de mi ensoñación sin necesidad de pellizcarme con la cruda cotidianidad, pero igual te amo —barbotó Bill riéndose.

 

El moreno se levantó para dejarle un pico en la corona, luego buscó sus labios para besarlo también, Tom de forma automática hizo sobresaliente los suyos para recibir el ósculo, aún abstraído en la lista de compras en su móvil.

 

Bill amaba que Tom fuese así de calculador y ordenado, ya que él era de las personas que compraba compulsivamente distrayéndose por completo del objetivo inicial, y teniendo que volver por las cosas que quería en primer lugar y con mucho menos presupuesto disponible. Tom era su complemento porque sopesaba la situación si ameritaba gastar esa cantidad o había el mismo producto y de buena calidad a menos precio, aparte de tener una lista que debía hacerse al pie de la letra con algunos antojos que podía permitirse si es que cumplía con sus obligaciones de casa. Sonreía porque disfrutaba mucho esa forma de ser tan distinta a la suya, porque Tom se preocupaba por la familia que tenían y hacía que pudieran ahorrar más para beneficio de ambos.

 

...

 

A Tom le encantaba ver a su madre feliz, era consciente de que en su infancia y siendo ella primeriza lo sobreprotegió y tuvo muchos problemas por ello, pero ahora ya con más edad y menos terquedad veía que le brindaba mucho amor a sus hermanas sin llegar a limitarlas por una sobreprotección tóxica.

 

Alina pintaba con esmero, y luego al caerse un lápiz se golpeó la frente con la mesa al intentar recogerlo, y quiso llorar. Su madre la vio y en lugar de abrazarla haciéndolo más grande, le sonrió y alentó a seguir coloreando, que ya pasó el golpe, y la pequeña dejaba de querer llorar para enfocarse en su dibujo nuevamente.

 

Se acercó a la cocina y ayudó a terminar de desgranar las arvejas verdes a su madre, la cual le sonrió, agradeciendo con una mirada silenciosa por agilizarle el trabajo.

 

—Te he extrañado mucho, mamá —mencionó Tom, contento por esos momentos.

 

—Yo también, mi amor. Una madre siempre echa de menos a un hijo así sea grande, pero ya tienes tu propia familia y respeto eso, corazón. De todas formas me hace feliz que estés ahora aquí en vacaciones, la pequeña es una niña muy adorable e inteligente y Bill es totalmente diferente a como lo recordaba —comentó Anémona.

 

—Aún suena raro que digas eso, pero supongo que puedo habituarme a ello —bromeó Tom, y Anémona rió.

 

—Cometí muchos errores, y el prejuzgar fue uno de ellos, me ha costado trabajo superarlo, sin embargo, está en mí el poder hacerlo y por eso es que ahora tomo otra actitud. Estuve conversando con una amiga psicóloga, mamá de una de las compañeras de tus hermanas, y me ha abierto los ojos en más de un sentido—confesó Anémona.

 

—Me alegra oír eso, ma. Me gustaría ir a terapia también, porque a veces la inseguridad me da ansiedad y me conlleva en ataques de pánico —farfulló Tom, Anémona asintió.

 

—Lo mío no es ir a terapia en toda regla porque más bien es una charla con una amiga, quizá más adelante considere ir a consulta. Pero si ves conveniente acudir a un psicólogo puedes pedir ayuda en tu universidad, creo que brindan el servicio de psicoterapia estudiantil, hijo y procura tomarte las cosas con más calma, es todo gradual pero posible —dijo Anémona.

 

Tom se dio cuenta que desgranando ambos habían terminado más rápido con todo y su mamá sujetó el tazón con chicharos para lavarlos, él por su parte midió las tazas de arroz para ir avanzando más del almuerzo, con un calorcillo en el pecho por compartir momentos con su madre y hablar tranquilos.

 

...

 

Bill miraba su mano de cartas, sintiéndose ganador desde ya, porque Robbie había soltado dos de sus cartas y las gemelas las sujetaban al revés, la vena absurda e infantil competitiva le latía furiosa, pero el lado racional de adulto padre le decía que era en vano que se emocionara porque igual las iba a dejar ganar a las tres porque ni siquiera sabían la importancia de tener una escalera y repetidos.

 

—¿Ya podemos jugar con la pelota? —preguntó Robbie con fastidio, Alina y Arabelle asintiendo en aprobación.

 

Bill chasqueó la lengua. —Entonces de las apuestas ni hablar, ¿verdad? —dijo para luego recibir un zape de mano de su mamá.

 

—¿Por qué en vez de hablar sandeces y ser adulto mala influencia no juegas a con ellas a la pelota? —preguntó Simone.

 

—Ehmn, ¿por qué soy inútil para deportes? ¿Por qué tengo la coordinación de un ratón ciego? Hay varios motivos en realidad —explicó Bill. Simone rodó los ojos.

 

—Papi yo te enseño, no te preocupes. Winni también era mala pero le ayudé y ahora jugamos juntas —comentó Robbie.

 

Bill hizo una morisqueta al oír el nombre de la mejor amiga de su hija, pero se reprendió internamente por lo absurdo de dejarse sobrepasar por situaciones imaginarias de perder a su hija, y asintió con una media sonrisa, dejándose guiar por las niñas, en especial de la suya que lo jalaba de la mano. Un pequeño retorcijón le invadió en el pecho al notar que ella tenía más fuerza para tomarle de la mano, cada día creciendo más frente a sus ojos, y Bill sólo deseaba que parase por un instante y seguir disfrutándola pequeña, necesitada de él, pero por otro lado tenía la certeza de que si bien Robbie era su nena y eso nunca cambiaría, no existía para sí, ella era de la vida, y debería prepararla para afrontar el mundo y disfrutar el tiempo a su lado en el transcurso.

 

...

 

Agotados por un arduo día, Bill y Tom se hallaban el uno echado al costado del otro, drenados de energía por diferentes motivos, Tom estuvo dedicándose a apoyar a su madre, e ir a unos encargos y Bill de niñero todo el día.

 

—Técnicamente es algo con lo que ya contabas con experiencia previa, aunque no quita de lado el mérito ya que lidiar con una no es lo mismo que con tres —comentó Tom, entre risas, Bill chasqueó la lengua y le hizo cosquillas débilmente a un costado—. Wow, sí que eres un anciano, no siquiera tienes fuerza para hacerme reír con tus cosquillas.

 

—Realmente son los cinco años más sobrevalorados para ti, ¿verdad? Pero llega a mi edad y soporta a tres engendros del averno, una de ellas es mi hija, por lo mismo lo digo, y no dejan chance a dormir un rato. Raziel es de gran ayuda dentro de todo, y empiezo a pensar que no le pago lo suficiente —dijo Bill, y Tom rió más.

 

—Fuera de lo gracioso, también estoy cansado, mi idea de vacaciones era un poco distinta, no me quejo, sin embargo, habría querido verte un poco más hoy, creo que me estoy volviendo insoportablemente dependiente de ti —confesó Tom, Bill se giró para verle y acarició su mejilla.

 

—Mi Tom, mi querido Once, me obsesioné contigo mi vida entera desde mis dieciséis años, por más de no tenerte cerca, siempre estabas a mi lado, así que insoportable no es el calificativo que denominaría al que seas dependiente de mí, quizá deberíamos ser un poco menos intensos el uno con el otro, pero me vale realmente muy poco lo que debería o no hacer, no comparo lo nuestro con lo del resto, ya que sólo nosotros tenemos el conocimiento y sufrimiento en la piel de todo lo que pasamos para estar juntos ahora mismo. Así que te llegue a la punta de la verga el que seas dependiente porque, joder, también lo soy, y que se vayan al carajo a quienes les moleste —sentenció Bill, besando a Tom, y suspirando en aquel gesto, no había profundidad, ni tampoco fuego o pasión, en aquel instante compartían un beso como gesto de amor, de comprensión, de consciencia y comodidad de saberse correspondidos y que no podrían sentir la misma vibración en todo su sistema por un roce de labios con alguien más.

 

—Te amo, Bill —susurró Tom, viéndose en necesidad de hablar en murmullos por la intimidad del momento.

 

—Te amo más, Once, y también hubiera deseado estar más juntos hoy, así suena mariconamente cursi te extrañé mucho hoy —dijo Bill, con una risa de medio lado, ojos brillosos que sólo reflejaban su rostro. Tom se sintió completo, sin ser juzgado, sin percibir inseguridad, acarició la nuca de Bill y mantuvo su rostro cerca, respirando el mismo aliento sin besarse, encontrando placer en la cercanía y posar la frente contra la otra.

 

Así no fuera su casa, sin desmerecer a su familia, Tom sabía que su hogar era Bill, sin necesidad de casa, en cualquier sitio, él le brindaba el calor de sentirse protegido y en paz.